La cinta de la vida

Después de que discurriera este asunto vine a caer en la cuenta de que los cursos de vida a los que aludía no son ni más ni menos que las trayectorias vitales de Julián Marías. Tonto que es uno que, teniendo instrumentos a la mano, no los usa por falta de costumbre.
Nuestra vida está constituida por las famosas trayectorias vitales en relación sistemática con todos sus caracteres que las definen: futurizas, abiertas o conclusas, ilusionantes en su grado, más o menos personales, etc. En general, pero sobre todo relativas a relaciones personales, estas trayectorias vienen a ser para mí como cintas escritas que se van escribiendo y quedan escritas en lo que ya han sido vividas, pero también en blanco en cuanto a lo que quedan por vivir. ¿En blanco? Para mí, no del todo. Yo siento como una responsabilidad con esa trayectoria entera del principio al fin, haya sido vivida ya o no. Lo que queda escrito desde el principio condiciona la consideración de todo lo demás, y más, lo que se va escribiendo reobra y reactúa sobre lo ya escrito. Es algo así como si se dijera y se dice: en esta trayectoria o cinta nunca se escribirá esta acción torpe, o miserable, o vil, o simplemente tan fea que repugna. Es el efecto que tienen algunas acciones que pueden hacer llegar a decir: "maldita sea la hora en que la empecé" u "ojalá nunca te hubiera conocido". Éste, para mí, es el sentido en que clarividentemente dice Baltasar de Gracián que todo lo que huele a traición contamina el buen nombre.
"El hombre de bien nunca utiliza las armas prohibidas. Lo son las de una amistad que ha terminado para el odio recién nacido. Pues no se debe usar la confianza para la venganza. Todo lo que huele a traición contamina el buen nombre"".
Así, cuando esto ocurre, se siente una pena como cuando se destruye un cuadro precioso al emborronarlo con inmundicias, o se raya una cerámica preciosa, etc.
Esto es, siento las trayectorias personales como los fotogramas de una película que van pasando y ahí quedan, no se borran aunque pasen o queden por pasar. Bien, pues en mi película de mi relación contigo no quiero que aparezca, un insulto o un daño, por ejemplo, aunque las circunstancias la lleven por derroteros tortuosos. Ese fotograma feo, en la cinta enrrollada, estaría sobre y pegado a los otros que se estiman o estimaron; y esto lo contaminaría todo sin remedio. Por eso, cuando alguien actúa en algún momento de este modo feo, siento gran pena y desazón por la historia o trayectoria entera. Se ve muy bien en las películas o novelas, cuando un suceso en la historia de un amor o amistad te hacen sentir la pena ajena haciéndote decir: "quién lo hubiera dicho en aquel momento felicitario que íbamos a tener que ver esto".
En fin, una trayectoria vital personal, como en la sucesión de fotogramas o en la cinta de papel de los viejos programas informáticos, es entera y queda escrita para siempre y, algo curioso, desde siempre.


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